Queridas/os compañeras/os,
Para este Reto 4 he decidido presentaros una línea de
subvenciones de la Junta de Andalucía (sus bases están ahora en revisión) y en
cuya gestión participé varios años hasta un reciente cambio de puesto.
En
concreto, se trata de la línea de subvenciones -en régimen de concurrencia
competitiva- destinadas a impulsar proyectos que redunden en la mejora de la
alfabetización mediática en Andalucía, que desde 2013 ha venido concediendo la Consejería
de la Presidencia de la Junta de Andalucía a empresas (diarios) y entidades sin
ánimo de lucro (asociaciones de periodistas, por ejemplo). Con estas ayudas la
Administración andaluza persigue que la ciudadanía se informe más, y mejor: más
allá de facilitar que consulte los medios de comunicación asiduamente, se busca
que con ello las personas propongan sus propias soluciones a los asuntos
públicos, sean más participativas en la resolución de los conflictos y desarrollen
las capacidades necesarias para entender, con sentido crítico, lo que los
medios les hacen llegar. No en vano la Comisión Europea ya señalaba en 2009 (Recomendación
de 20 de agosto) que “la alfabetización mediática abarca todos los medios de
comunicación: su objetivo es aumentar la concienciación de los ciudadanos sobre
las múltiples formas de mensajes difundidos por los medios con que se pueden
encontrar en su vida diaria.”
Los
proyectos que se desarrollan suelen componerse de una serie de clases más
teóricas sobre la oferta existente para informarse en el mercado de los medios
de comunicación y sus sesgos, por decirlo de alguna manera, y otras sesiones prácticas
en las que se enseña al alumnado a realizar una noticia de prensa con distintos
enfoques, impartidas todas ellas por periodistas. De nuevo el objetivo principal
no es solo que esas personas se informen más, sino que también sepan distinguir
los distintos enfoques y, por qué no, detectar inexactitudes o prismas irreales
empleados por periodistas. De hecho, se pretende ahora reforzar en una nueva
orden esa parcela de las fake news.
Siendo
el público objetivo habitual de esas acciones subvencionadas adolescentes de
institutos públicos o colectivos de personas mayores (normalmente en zonas
rurales y mayoritariamente mujeres), incluso colectivos especialmente
vulnerables, esta acción pública se convierte en un canal privilegiado para
hacer llegar a esa población mensajes de igualdad de género. No obstante, creo sinceramente que ese
aspecto ha sido poco enfatizado estos años. Por ejemplo, ¿por qué no se exige que en esos proyectos didácticos buena parte de los ejemplos que se pongan en clase
sean sobre lenguaje o enfoques sexistas, o de temática de género?
Para
fomentar que las siguientes revisiones empujen más por esa dirección se ha logrado incluir un indicador de género obligatorio en el informe de resultados de cada
proyecto, así como una descripción sistematizada del alumnado (edad, entorno urbano/rural, si
se trata de una zona deprimida). Se intenta identificar claramente al
público destinario de las acciones para, en el futuro y tras estudiar toda la información, poder orientar mejor las
ayudas a proyectos que incidan especialmente en sectores concretos de la
población (más específicamente que hoy). Este paso adelante es de agradecer,
siempre que concluya en una adaptación de la línea de subvenciones para apoyar,
por ejemplo, a colectivos de mujeres mayores rurales que con tanto interés buscan
su emancipación cultural en entornos tradicionalmente muy machistas, pero donde
a cambio es fuerte el asociacionismo de mujeres justo por el mismo motivo.
Y es
que es justo decir que poco a poco la línea de ayudas ha ido incorporando
criterios que favorecen la contratación de periodistas mujeres en las aulas para
normalizar esa realidad, pues lamentablemente su presencia en la dirección de medios
sigue siendo minoritaria, pero por el contrario su tasa de desempleo es superior
a la de sus compañeros (en 2020 dos de cada tres periodistas en situación de
paro eran mujeres, según la Asociación de la Prensa de Madrid). Y es que
parece lógico que, como establece el artículo 5 de la Ley 12/2007, de 26 de
noviembre, para la promoción de la igualdad de género en Andalucía, referido a
la transversalidad de dicho principio, se tenga en cuenta la situación
específica de mujeres y hombres, al objeto de fomentar la eliminación de efectos
discriminatorios y buscar la igualdad de género.
Se va
mejorando, sí. Pero en nuestra opinión podría perderse una oportunidad para -expresa y decididamente- apostar porque esta medida pública sea una herramienta potente
para asentar la igualdad de género en la sociedad. La última revisión de la Orden
(septiembre 2018) que regula las bases define como el objeto el impulso de proyectos
o actividades de difusión de contenido socio-educativo y cultural que sirvan a
la ciudadanía para mejorar y ampliar el acceso a los medios de comunicación,
así como a comprender y evaluar con criterio y sentido crítico la información
que reciben de los mismos”, no incluyéndose referencia específica al tema de la
igualdad. ¿Y por qué no? En eso consiste la transversalidad de la perspectiva de
género y de la lucha por la igualdad desde la Administración: en incorporar el
análisis de la desigualdad y la lucha para erradicarla en cada acción que
tomemos, porque todo contribuye.
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